La animación española alcanza su punto de madurez en una paradoja. La paradoja del reconocimiento internacional en un sector que factura el 70% fuera de nuestras fronteras pero aún es frágil y atomizado. El Libro Blanco de la Animación 2024 deja claro ese contraste. Por una parte, los “dibujos animados” españoles facturaron en 2023 nada menos que 604 millones de euros dando empleo a 5800 personas altamente cualificadas.
Los enormes éxitos internacionales de las tres películas de la saga de Tadeo Jones, dirigida por Enrique Gato, con 60 millones de euros recaudados en el extranjero a sumar unos impresionantes 47 millones en España o Momias, escrita por Jordi Gasull, guionista de las dos primeras películas de Tadeo, que en el territorio nacional sumó 6 millones y en el mundo fue un bombazo con 45 millones de euros en 2023. El año pasado, Buffalo Kids, también con guion de Gasull, fue un éxito en nuestro país con 5,2 millones y Robot Dreams, de Pablo Berger, fue nominada al Oscar y obtuvo un gran reconocimiento internacional demostrando también la importancia de la animación para adultos.

Momias fue un gran éxito internacional en 2023 recaudando más de 50 millones de euros
Las buenas noticias son muy buenas. Las no tan buenas son que, como señala el propio Libro Blanco: “existe una fuerte atomización del sector con el 75,2 % de las compañías con menos de diez trabajadores. Esta fragilidad estructural repercute directamente en su capacidad para asumir proyectos de gran escala o consolidar su internacionalización”. Porque como recuerda Nathalie Martínez, presidenta de Diboos (Federación Española de Asociaciones de Productoras de Animación y Efectos Visuales), principal asociación del sector que representa a 50 empresas punteras, la animación “es un proceso muy largo, prácticamente artesanal en los ritmos pero con una vertiente altamente tecnológica, híper planificado y carísimo”. A pesar de ello, añade: “Somos muy dependiente de proyectos concretos”.
No se trata “solo” del enorme potencial en taquilla de la animación, o de su incalculable valor para la Marca España debido a que son las películas españolas que se exportan de manera más fluida. La animación es un sector en el que se da una apasionante mezcla entre creatividad y tecnología, y como señala Martínez uno de sus problemas es la falta de personal nacional altamente cualificado. Además, son las primeras películas que ven los niños y las que los forman como espectadores. Al frente del estudio valenciano Wise Blue Studios, ganador del Goya al mejor cortometraje de animación en 2021 con Blue&Malone y numerosos premios en festivales internacionales, Martínez defiende enérgica la importancia estratégica de la animación como “motor cultural, industrial y económico”.
¿Qué es Diboos y cuáles son sus principales objetivos?
Diboos es la Federación Española de Asociaciones de Productoras de Animación y Efectos Visuales. Es decir, somos esa voz coral que agrupa a las principales asociaciones del sector en España, AEPA y ProAnimats, y que aglutina a unas cincuenta empresas de entre las más relevantes del sector de la animación en nuestro país. Nuestro objetivo como Federación es tan ambicioso como sencillo: defender y potenciar la animación y los VFX como motor cultural, industrial y económico de nuestro país, dentro y fuera de nuestras frontras. Porque hacemos dibujos animados, pero no sólo hacemos dibujos animados, también hacemos industria, generamos empleo, dinamizamos la cultura y potenciamos la Marca España.
¿Cuáles son las principales reclamaciones del sector de la animación en España?
En animación tenemos muy claras nuestras prioridades: necesitamos un marco de financiación específico y adaptado a la realidad de nuestras producciones. En algunos aspectos nuestras necesidades coinciden con las de nuestros colegas de imagen real, pero en los casos en que difieren, estas diferencias son lo suficientemente relevantes como para que nuestros procesos no encajen en el molde de los mecanismos de financiación y ayudas al resto del sector audiovisual. También pedimos un reconocimiento real en las políticas públicas, agilidad administrativa, mejora de incentivos y, sobre todo, visibilidad. Porque creamos empleo joven digital, duradero y bien remunerado; somos pioneros en tecnología e innovación en el sector; somos exportadores natos, ya que el 70% de nuestra facturación proviene del exterior; pero sobre todo, porque queremos que nuestros hijos vean animación hecha aquí, con nuestros valores, nuestra cultura y nuestro sentido del humor. No somos sólo un formato para niños, hay animación de todos los géneros imaginables, pero sí somos el primer acercamiento a la cultura y al audiovisual de la infancia, y eso es muy importante. Es una gran responsabilidad, pero también una gran oportunidad para que estos nuevos espectadores aprendan a apreciar desde el principio nuestra riqueza y diversidad cultural, y ahí la animación es vehículo excepcional.

Las tres películas de Tadeo Jones han arrasado con 107 millones de euros recaudados en todo el mundo, 47 en España
La animación es un género complejo debido a sus costes elevados y porque necesita mucho tiempo de fabricación. ¿Qué necesidades específicas tiene que lo diferencia de la producción de películas de imagen real?
Cuando me preguntan por nuestros tiempos de producción, me gusta responder con una frase de Joe Ranft, que popularizó el conocido director Pete Docter: “La animación es como contar un chiste y esperar tres años para ver si alguien se ríe”. Es un proceso muy largo, prácticamente artesanal en los ritmos pero con una vertiente altamente tecnológica, híper planificado y carísimo. En animación, absolutamente todo lo que ves está creado de cero. Eso exige recursos, tiempo, talento y tecnología muy especializada. No hay lugar para la improvisación. Es por ello que, por citar un ejemplo, algo tan recurrente y necesario como las ayudas públicas, que están pensadas para películas de imagen real que se inician y finalizan dentro del mismo año natural, no encajan con proyectos como los nuestros que, en el mejor de los casos, se extienden a lo largo de un mínimo de 2 años. Por otro lado, nuestros equipos necesitan de un gran número de personal altamente cualificado y en España escasean estos profesionales, por eso nos gusta poner también el foco en la necesidad de planes formativos para nutrir nuestra industria. Ahora mismo estamos importando profesionales de otros territorios, cuando ese empleo debería quedarse aquí.
¿Cómo definiría el estado actual de la industria española?
La animación española está en un momento dulce, lo hemos visto en los datos del Libro Blanco, pero necesita vitaminas. Somos competitivos, exportamos como pocos sectores culturales, tenemos talento reconocido en todo el mundo, con películas nominadas a los Oscar y multipremiadas en los más prestigiosos festivales, con éxito de público, pero seguimos siendo un sector estructuralmente frágil, atomizado y muy dependiente de proyectos concretos. Si queremos dejar de ser “la eterna promesa” y pasar a ser una realidad sólida, necesitamos políticas de largo recorrido que nos ayuden a consolidar nuestra industria, estructurar mejor el sector, con empresas fuertes y con una base de artistas y técnicos formados para cubrir la alta demanda de empleados que necesitamos.

Robot Dreams, animación adulta española, nominada sl Oscar en 2023
¿Cuáles son las sinergias entre la producción de animación y la producción de películas de ficción de imagen real?
La línea entre animación e imagen real es cada vez más fina. Hoy en día los VFX, efectos visuales digitales, están presentes en la mayor parte de las producciones de imagen real y compartir talento, tecnología y procesos va a ser cada día algo más habitual. Los estudios de animación estamos acostumbrados a crear mundos enteros desde cero, y eso nos convierte en socios ideales cuando un rodaje necesita soluciones creativas y, a veces, ¡imposibles!. Los platós virtuales, hacer volar dragones, viajar al pasado, o al futuro, o dinamitar los límites de la imaginación sobre lo que se puede contar con imágenes… es nuestro negociado. Ahí, imagen real, animación y VFX, somos grandes aliados. Por otro lado, cada vez más creadores de imagen real deciden dar el salto a la animación, como Pablo Berger, Premio Diboos de Honor 2024. Directores y directoras empiezan a vislumbrar las múltiples posibilidades de nuestro lenguaje para contar historias con proyección universal, Robot Dreams es un ejemplo perfecto que ha llevado de nuevo a la animación española a las cotas más altas de reconocimiento internacional con la nominación al Oscar, el Premio a Mejor Película Europea de Animación y dos Goyas, entre otros muchos reconocimientos. Creo que esto es una prueba irrefutable de que estas sinergias han venido para quedarse.
En 2024 el ICAA destina un máximo de 1,2 millones de euros para películas animación. ¿Son sucientes teniendo en cuenta los altos costes de estas películas?
Estamos pendientes de ver si se mantiene en 2025. Además el ICAA tiene una reserva de un porcentaje de las ayudas para proyectos de animación, debido a que son proyectos de difícil financiación. Esta cuota de animación es un avance, sí. Es mejor que antes, sí. ¿Es suficiente? No. Para que te hagas una idea, una película de animación media en Europa está por encima de los 8-10 millones de euros. En España, competimos con proyectos que están entre los 4 y 5 millones de media. Competir en un mercado global con estos techos es un reto, y aún así, mira lo lejos que estamos llegando. Eso dice mucho de esta industria, aprovechamos muy bien lo que tenemos. Pero hace falta más apoyo, y no sólo más, si no mejor adaptado. Si esto se produce, los resultados serán aún mejores. Mira, un dato del Libro Blanco que acabamos de presentar y que debería hacernos reflexionar al respecto: por cada euro de ayudas públicas que se invierte en animación en España, el sector devuelve a las arcas del Estado casi 16 euros. Creo que la conclusión se redacta sola: deberían invertir más en nosotros.

Buffalo Kids triunfó el año pasado en la taquilla nacional con 5,2 millones de euros
¿Cree que el Gobierno reconoce y atiende las necesidades del sector de la animación?
Está en ello. Estamos intentando hablar con todas las instancias públicas que tienen que ver con nuestro sector, desde el Ministerio de Cultura hasta Moncloa, pasando por Economía y el Ministerio de Transición Digital, entre otros. Se muestran dispuestos a escucharnos aunque aún nos faltan muchas reuniones que están pendientes. Desde que soy Presidenta de Diboos, hemos mantenido conversaciones con la oficina de Asuntos Culturales de Moncloa y vemos una voluntad real de conocer más a fondo nuestro sector y buscar formas de apoyarnos, y eso siempre es de agradecer. Por su lado, el ICAA también nos escucha, aunque necesitamos pasar de las palabras a las acciones: la línea única de animación en las ayudas o que se vuelvan a convocar las ayudas a series, que están congeladas desde hace años, son reivindicaciones constantes por nuestra parte. Resumiendo, estamos en sintonía de cara al diálogo y vamos avanzando en todos estos frentes, pero llegado este punto no basta con reconocer el valor de la animación como sector estratégico si no se le dota de herramientas reales para crecer. Porque aquí no sólo estamos generando economía, empresas y empleo, estamos generando y exportando cultura y estamos formando a los futuros espectadores. Esta dualidad como industria cultural, hace a este sector clave dentro del audiovisual español.
El año pasado cinco de las diez películas más taquilleras, empezando por la primera, Del revés 2 (45 millones) fueron de animación. ¿Estamos viviendo un momento de esplendor de la animación en cuanto a apoyo del público?
Sí. La animación ha dejado de ser el hermano pequeño del cine y llena salas. Una de las razones fundamentales es que la animación es, para millones de personas, su primer contacto con la cultura. Es el cine de iniciación. Pero además del número de espectadores, también vivimos un esplendor en materia de géneros cinematográficos, cada vez hay más animación para adultos, animación de terror, ciencia ficción, documentales de animación… como nunca nos cansaremos de repetir: la animación no es un género, es un lenguaje audiovisual, una herramienta para contar historias, y caben todas. El público también ha comprendido esto y se acerca cada vez con más curiosidad y más ganas a las películas y series de animación. Seguramente ha influido en esto que los adultos de hoy fuimos los primeros niños que consumimos animación durante nuestra infancia porque la generación de nuestros padres no tuvo esa posibilidad. La animación se consume, cada vez más, a todas las edades y nosotros, nos alegramos de ello.
¿Este éxito de las películas de animación supone una oportunidad de oro para la producción española?
Absolutamente. Es el momento de aprovechar que el público ya está “educado” para consumir animación. Pero para convertir esa oportunidad en realidad necesitamos un ecosistema fuerte: más inversión, más promoción, más espacio en las plataformas y en las salas, y más reconocimiento a nivel institucional, como venimos diciendo. Puede sonar repetitivo, pero es que esta industria tiene realmente todos los ingredientes para despegar, sólo nos falta que se abone correctamente el contexto.
Señaláis en la web de Diboos que el 70% de la facturación del sector se produce en el exterior. ¿Podría explicarnos más sobre este punto?
La animación es un formato internacional desde su concepción. Con proyectos de tan alto presupuesto, estamos abocados a coproducir con otros territorios para cerrar la financiación de la mayoría de las producciones. Esto, que a priori, puede parecer un handicap, se acaba convirtiendo en una oportunidad, porque los proyectos nacen ya con esa diversidad y esa vocación internacional, lo que los hace fácilmente exportables. Además, el talento español es altamente apreciado fuera de nuestras fronteras, en parte por nuestra riqueza cultural, y es considerado de primer nivel internacionalmente. Así pues, las productoras españolas han encontrado en los mercados internacionales un refugio y una oportunidad. Exportamos IP, exportamos servicios y exportamos nuestro talento.
¿Son esenciales las coproducciones en el sector de la animación? ¿Existen los instrumentos normativos adecuados para facilitarlas?
Son absolutamente esenciales, como te comentaba. La animación es un trabajo de fondo, de suma de esfuerzos, de alianzas. Y ahí las coproducciones internacionales son clave. Eso también hace que necesitemos un marco normativo más flexible, más adaptado a esa realidad internacional. Éste es otro ejemplo de que no podemos aplicar reglas de imagen real a producciones que funcionan de forma muy diferente. Cuando coproducimos con varios países, debemos ceder parte de la IP a los coproductores para poder financiar el proyecto. Si no se financia lo suficiente desde España y dejamos de ser productores mayoritarios de nuestro propio proyecto porque otros países pueden aportar más financiación que nosotros, corremos el riesgo de que la propiedad de la IP se diluya, perdiendo el productor español el verdadero valor del proyecto, que es la explotación a largo plazo de dicha propiedad intelectual. No olvidemos que la animación se explota por diversas vías paralelas: juguetes, licencias, videojuegos, materiales educativos, etc.
¿Qué papel juega lo local en un mercado tan globalizado como la animación? ¿Se corre el riesgo de una estandarización de los productos?
Justamente lo local es lo que nos hace universales. El público está hambriento de autenticidad. No se trata de competir con Hollywood en su terreno, se trata de contar nuestras historias, con nuestro acento, con nuestra cultura y con valores universalmente reconocibles. Y ahí la animación española tiene un valor incalculable: somos diversos, creativos y tenemos un imaginario visual y narrativo inmenso.
¿Resulta muy difícil para la industria española y europea en general competir con los altísimos presupuestos de la maquinaria de Hollywood?
Difícil, sí. Imposible, no. Competimos con creatividad, con ingenio y, sí, con mucho sacrificio. Pero también con la ventaja de ser más ágiles, más cercanos al talento y con una mirada más diversa. Eso no tiene precio, bueno, sí lo tiene, pero de momento lo estamos gestionando con mucho esfuerzo.
En tiempos recientes hemos visto los grandes éxitos internacionales de películas de animación españolas como Momias o Tadeo Jones. ¿Marcan un punto y aparte?
Marcan un punto y seguido muy prometedor. Lo que han demostrado es que se puede, que tenemos capacidad de conectar con el gran público global. Y que la Marca España también funciona en las salas de cine de todo el mundo. Ahora el reto es que no sean excepciones, sino una constante.
Solemos asociar mentalmente la animación con películas familiares o para los más jóvenes. ¿Cuál es el papel de la animación “adulta”?
Es un territorio apasionante. Desde Unicorn Wars a Buñuel en el laberinto de las tortugas pasando por El sueño de la Sultana, por citar algunas, la animación adulta está demostrando que el medio es tan potente que puede abordar cualquier tema, cualquier género y cualquier público. Estamos consiguiendo romper esa percepción limitante de que “dibujos animados” es igual a infancia. La animación es una herramienta potentísima que sirve para contar historias, algunas de las cuales no se podrían contar de otra manera y se está demostrando.
¿De qué manera la aparición de la Inteligencia Artificial va a cambiar la forma en que se hace animación? ¿Qué medidas legislativas cree que será necesario implementar para proteger a los creadores?
La IA ha llegado para quedarse, tenemos que asumirlo. Y como siempre con cualquier avance tecnológico, el problema no es la herramienta, es el uso que hacemos de ella. Es una herramienta muy potente para agilizar procesos, pero necesitamos garantizar que lo esencial, la creatividad humana, la autoría, la diversidad cultural, estén siempre protegidas. La legislación debe ser clara: transparencia en el uso y protección de derechos y garantías de los creadores. A mí me preocupa especialmente la homogeneización de los contenidos producidos con IA generativa, por eso soy tan insistente con la defensa de los autores, la diversidad cultural y la autenticidad de lo local para no perder nuestra idiosincrasia. Desde Diboos, estamos observantes con los avances que van a una velocidad de vértigo, y nos hemos puesto al habla con las instituciones que tienen que gestionar el despliegue de la IA en España para aportar nuestra experiencia.
¿De qué manera el sector de la animación se relaciona con los avances tecnológicos y el I+D? ¿Sigue siendo cierto el tópico de que “España inventa poco”?
En animación, España está a la vanguardia en producción virtual, en desarrollo de IP transmedia, en técnicas de producción en tiempo real, en implementación de IA. Lo que nos falta a veces es más músculo para industrializar esas innovaciones, porque necesitamos poder escalar esas ideas. La mayoría de los estudios de animación realizan todo su I+D+i a pulmón y ad-hoc para sus proyectos. Aquí una idea para las instituciones públicas sobre cómo más pueden ayudarnos: necesitamos coordinar todo este flujo de innovación, quizá a través de esa Agencia Estatal de la Animación y las Artes Digitales que venimos solicitando, para que estas sinergias innovadoras puedan ser financiadas, escaladas y protegidas como patrimonio industrial de las empresas y del sector. Favorecer un hub innovador público-privado para el sector audiovisual, la animación y los videojuegos podría ser un impulso clave para colocarnos a la vanguardia de todo lo que nos viene en adelante.
¿Cuál es la línea editorial de Wise Blue Studios, que usted dirige, y cuáles son sus principales retos?
Wise Blue Studios nació con la vocación de contar historias universales desde lo local, crear entretenimiento con alma, con valores, y sobre todo, con sentido del humor. Nos obsesiona la calidad, pero también la conexión emocional con el público. Nuestro reto ahora es seguir creciendo sin perder esa esencia, mantenernos innovadores y ser sostenibles en un mercado cada vez más exigente.
Pero ahora estoy embarcada en proyectos aún más emocionantes: desde enero de 2025 me uní al equipo de 3Doubles como Executive Producer y además, esto es absoluta primicia, en septiembre lanzamos una escuela de Animación para las Islas Canarias, 3Doubles Campus. Este proyecto me emociona especialmente porque siempre me ha apasionado la formación y liderar esta iniciativa es para mí una oportunidad, no sólo de poner mi experiencia al servicio de los que comienzan, sino de nutrir al potente hub de animación canario de esos profesionales cualificados que tanto necesitamos.
El artículo ha sido publicado en el número de Box Office de mayo de 2025, que puedes descargar gratis o suscribirte para recibirlo.
© REPRODUCCIÓN CONFIDENCIAL