Apunto de cumplir los 80 años, Fernando Méndez-Leite culmina toda una vida entregada al cine, y al cine español de manera especial, siendo presidente desde junio de 2022 de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas. Con la “perspectiva histórica” que le proporciona llevar viendo películas patrias desde la infancia, cuando ya era un cinéfilo empedernido, Méndez-Leite ha entregado su vida a esa pasión. Lo ha sido todo: director de cine de películas como El hombre de moda (1980), de series de televisión como la celebrada adaptación de en los años 90 con Aitana Sánchez-Gijón pasando por director del ICAA entre 1986 y 1988, fundador de la escuela de cine madrileña, la ECAM, en 1994 o durante décadas incansable crítico y divulgador del cine patrio. Recibe a Box Office entre reunión y reunión ya que son días especialmente laboriosos de plena organización de la gala de los Goya, que se celebra el próximo 10 de febrero. Además, también estrena el documental La memoria del cine, dirigido por Moisés Salama, estrenado en cines, en el que se repasa su vibrante trayectoria desde que era un niño de la posguerra al que sus padres mandaron a un internado de chicos problemáticos para quitarle una obsesión por el séptimo arte que consideraban insana. No tuvieron mucho éxito ya que Méndez-Leite se sigue definiendo como “un tipo que ve películas” y de pocas personas puede decirse que la pasión por el cine haya sido de una manera más clara su brújula vital.
¿Qué es la Academia de Cine y cuáles son sus funciones?
La Academia de Cine reúne a los profesionales del cine de todas las especialidades con una finalidad de carácter cultural, formativo, asistencial… Es la forma que tenemos de valorar nuestro propio cine, promocionarlo de la mejor manera posible y estar en contacto unos con otros en las distintas profesiones. Lo que hace la Academia por supuesto también es seleccionar las películas que representan a España en los Oscar y otros premios internacionales. Y realizar una fiesta anual que es lo que le da mas popularidad como la fiesta de los Goya, unos premios valorados por los propios académicos en una votación democrática y universal. Además, la Academia desarrolla muchas actividades en este momento.
¿Cuáles son las más importantes?
Tenemos un salón de actos donde hay actividades de todo tipo, desde proyecciones de películas españolas, estrenos o clásicas que rinden tributo a personalidades del cine ya desaparecidas o ciclos sobre un autor determinado. También hacemos proyecciones de carácter puramente cultural y traemos a profesionales internacionales como John Landis, Alejandro González Iñárritu o Isabelle Huppert… Asimismo damos premios a profesionales que por no ser jefes de equipo no pueden acceder a los premios Goya: foquistas, maquinistas, ayudantes de vestuario, figuración, catering, relaciones públicas, representantes de actores…. Eso tiene su valor sentimental y de reconocimiento profesional que es muy importante porque están un poco fuera de foco. Damos también los premios Luis García Berlanga a libros de investigación histórica o monografías sobre temas diversos, que pueden ser un director o un técnico importante. O relacionadas con el documental o la animación.
¿Cómo ve el momento actual de la Academia?
Uno de los éxitos de la última etapa de la Academia ha sido integrar a la gente joven. Hace quince o veinte años era la reunión de los jubilados. Hacemos dos asambleas al año de una manera estrictamente democrática a través de una junta directiva con 30 personas en la que están representadas todas las especialidades. Hace unos años ibas a la asamblea de verano o diciembre y no había nadie menor de 50 años. Hoy en día están representadas todas las generaciones con la incorporación de gente joven que nosotros también potenciamos. Gente que está haciendo cine español en este momento y no solo carcamales como yo. Estuve en el origen de la Academia y participé en aquella primera entrega de los Goya así que la conozco desde dentro y sus orígenes. Ha pasado por etapas muy distintas, También por momentos de crisis. Siempre hemos tenido una cierta dificultad de comunicar hacia fuera lo que hacíamos pero creo que eso se ha mejorado mucho.
«Uno de los éxitos de la Academia de los últimos años ha sido incorporar a la gente joven. Hace quince o veinte años era la reunión de los jubilados»
¿Se ha encontrado con muchas dificultades en el año y medio que lleva en el cargo?
No he tenido un disgusto. Eso sí, le dedico mucho tiempo pero sin necesidad de una intervención continua en los detalles. Cuando llegué en junio de 2022 me encontré con una empresa muy bien organizada. En primer lugar las cuentas estaban saneadas, había dinero para poder desarrollar todas las actividades y hacerlo bien. Y un equipo bien entrenado y muy motivado. Hay alrededor de 30 personas con una maquinaria bien engrasada y se puede trabajar con mucha eficacia. Ese equipo técnico es de gente bastante joven con una mirada muy actual sobre las cosas y el cine español. Ayuda muchísimo eso. Yo trabajo con una tranquilidad enorme porque tengo la sensación de que las cosas se hacen bien, no tienes nunca el “come-come” de que puede pasar algún desastre por falta de profesionalidad. Creo que eso es muy bueno y hay que atribuírselo en primer lugar a Yvonne Blake, que falleció en pleno ejercicio de su presidencia y luego al equipo de Mariano Barroso que estuvo seis años en la presidencia y la cambió de medio a medio. Tuvo que superar problemas difíciles de resolver que yo, por suerte, no estoy teniendo.
¿Qué objetivos se planteó cuando llegó a la Presidencia?
Yo no me planteo nunca en esta vida objetivos. Yo trabajo. Trabajo en el día a día y nunca he pensado que hubiera que ganar el Oscar. Hay que hacer que las cosas funcionen bien. Y luego intentar poner en marcha otros proyectos nuevos que surjan de la propia junta directiva o iniciativas de fuera o nosotros mismos, el equipo de presidencia que comparto con Rafael Portela y Susi Sánchez así como el gerente Juan Morán. Por ejemplo, un Museo del Cine que ya estamos montando en una comisión con el ICAA y el Ministerio de Cultura. Ellos deben estar porque tienen más experiencia museística que nosotros. También estamos poniendo en marcha un tema relacionado con la memoria del cine. Es un proyecto que se inició cuando presidia la Academia Antonio Resines y que consiste en hacer largas entrevistas a profesionales y que no tengan una finalidad inmediata sino conservar la memoria histórica del cine español y ser útiles para la investigación en el futuro. Me tocó hacer una entrevista a una excelente maquilladora como Romana González. Pero no me planteo objetivos, eso lo dejo para los políticos. Yo soy muy del día a día. Personalmente me pasa lo mismo, no hago planes a largo plazo. Cuando llega el momento de irme de vacaciones me digo, ¿adónde voy?
¿Qué puede contarnos sobre las Residencias de la Academia, el programa para autores que presentan proyectos?
Como con el proyecto “Rueda”, son en definitiva becas que se dan a profesionales que quieren preparar debidamente un proyecto de una película, una serie o un documental. A lo largo de todo un año trabajan en la sede de la Academia con monitores y profesores que nosotros les facilitamos. Están becados con lo cual pueden vivir decentemente y dedicarse a su proyecto. Estamos en la quinta edición este año y ya han salido películas terminadas y estrenadas. Es un proyecto muy exitoso que tiene una acogida estupenda por los beneficiarios. Cuando conocí este proyecto pensé que es un chollo que nos hubiera gustado tener cuando éramos jóvenes y no tan jóvenes porque los hay de 40 años. El proyecto “Rueda” es prácticamente lo mismo pero se hace online, para gente que no puede estar viviendo en Madrid y desplazarse diariamente a la Academia.
¿Cuál es el papel de la colaboración con instituciones para poder desarrollarlos?
Todos estos proyectos se pueden hacer gracias a la colaboración de entidades privadas o instituciones. En Valencia trabajamos con el Ayuntamiento de la ciudad y con Netflix para los cursos de verano. En Madrid con el Ayuntamiento en las Residencias. Se trata de tener relaciones con todo tipo de instituciones que quieran colaborar con nosotros, ya surja la iniciativa de nosotros o de ellos. La Academia mantiene una actividad de relaciones públicas de cara al exterior muy grande. Somos la imagen del cine español y se trata de tener habilidad para representar a un colectivo muy variado con intereses profesionales e ideologías y edades distintas. ¿Cómo valora el actual momento del cine español? Yo tengo una visión sobre el cine español histórica. Voy a cumplir 80 años y llevo viendo películas españolas desde mi más remota infancia. Y preocupándome especialmente por el cine español, siempre ha sido un tema que yo he colocado por delante de otras cosas relacionadas con el cine. Esa visión histórica me permite ver cómo las cosas han ido cambiando. Desde los años 80, el hecho de que desapareciera la dictadura y con ella la censura y un tipo de cine ideológicamente muy sesgado e indirectamente propagandístico lo cambió todo radicalmente. Pero con la mala fortuna que UCD no tuvo un proyecto para el cine español. La política cinematográfica de UCD fue un desastre. Eso ralentizó la llegada de un nuevo cine español debidamente producido y pensado que debía ser el cine de la democracia. En esos años se hicieron algunas películas muy interesantes pero no se produjo un auténtico cambio. Eso llegó con la política de Pilar Miró en los 80, muy contestada desde diversos sectores de la industria, que estaba muy inspirada en la francesa.
El sistema ideado por Pilar Miró consagraba las subvenciones anticipadas y propició un cine más autoral, más artístico. ¿Fueron justas las acusaciones de amiguismo o de menospreciar el cine de género?
Yo creo que fue una política acertada. En 1983 con la publicación de ese decreto el cine español cambia porque se comienza a hacer con más medios y de una manera más profesional. La protección a un cine más de autor o creativo forjó la aparición de una serie de directores que cambian totalmente el cine español. Pienso en cineastas como Fernando Colomo, José Luis Cuerda, Manuel Gutiérrez Aragón, José Luis García Sánchez, Fernando Trueba o Víctor Erice. Ese cine gracias la política proteccionista del ICAA consigue hacerse con los medios y por lo tanto eso permite la formación de unos equipos técnicos muy distintos de los que había antes.
La evolución tecnológica del cine español, que además coincide también con los cambios tecnológicos a otros niveles en el mundo entero, se va produciendo paulatinamente en los años 80 y estalla en los años 90. En ese momento irrumpe también otra generación que no tiene nada que ver con la anterior que era la de los que nacimos en la posguerra.
«Esta nueva oleada de cineastas tiene mucha más preocupación por la tecnología de la que teníamos nosotros. En las películas de los 80 había un déficit técnico»
¿Cómo cambia el cine patrio a partir de esos años 90 en los que se produce el relevo generacional?
Esa nueva oleada de cineastas tiene mucha más preocupación por la tecnología de la que teníamos nosotros. Cineastas como Alex de la Iglesia, Medem o Bayona, Icíar Bollaín, Amenábar… eso hace que cambie el panorama de manera radical y que las películas españolas sean equivalentes a las que se hacen en cualquier país europeo. Cosa que no pasaba antes. Porque antes las películas españolas se hacía con tal escasez de medios que competir contra cualquier película francesa o italiana era hacer el ridículo. Si ves las películas que consideramos buenas de los años 80 sigues notando un déficit técnico. En los 90 aparecen las escuelas de cine importantes, la ESCAC en Barcelona, la ECAM en Madrid o la Elías Querejeta en el País Vasco. Eso hace que los cineastas de todas las especialidades se formen de una manera conceptual y técnicamente más estructurada y sensata.
¿Y cómo valora la producción actual?
En este momento estamos viviendo otro cambio radical porque el mundo ha cambiado tanto en todos los aspectos que el cine no puede no puede ser insensible a eso. El cine narrativo, el cine de las historias bien contadas parece que interesa menos a los cineastas jóvenes y hay otras cuestiones que les preocupan. Son cuestiones sobre todo relativas al lenguaje y a una forma de lenguaje que tiene poco que ver con el lenguaje clásico del cine. Lo que está interesando son temas que tienen que ver con la igualdad o la diversidad etc que están en conexión con corrientes ideológicas que suceden en el mundo entero. Eso el cine español lo está acusando muy claramente. También hay cosas muy positivas que es el reconocimiento del cine español a nivel internacional. Cuando yo estaba en el ICAA a finales de los años 80 no había manera de estrenar una película española fuera de España. Se estrenaban las de Almodóvar cuando se empezaron a estrenar. En Francia llegaban las de Carlos Saura que se habían movido un poco más por otros mercados pero el cine español no se veía fuera. Se habían visto subproductos de género, de terror, coproducciones europeas…
¿Ese reconocimiento internacional es la guinda del pastel?
Hoy en día el cine español entra en mercados extranjeros con absoluta naturalidad y con muy buena acogida. Hemos tenido últimamente muchos premios en festivales internacionales. Durante un tiempo fue muy difícil colocar películas en las secciones de competición de Cannes o Venecia y sin embargo ahora no vamos a un Festival sin que volvamos con un premio gordo. Hemos tenido el Oso de Oro en Berlín (Alcarràs), el premio a la interpretación en Berlín (20.000 especies de abejas), premio en la última Quincena de los Realizadores en Cannes (Creatura) y las películas también triunfan en los festivales españoles… Hay una ola de optimismo que puede matizarse con los gustos de cada cual. También hay quien dice que las películas españolas se repiten. Yo tengo mis gustos pero los tengo prohibidos mientras esté en la Academia, hay unas que me gustan más que otras pero no puedo tener opinión. Eso es un déficit para sobrevivir, sobre todo para mí que soy muy lenguaraz. Cuando me dicen que me defina como profesional digo que soy “un tipo que ve películas”. Ahora ya no puedo opinar, yo solo puedo ver películas pero no opinar. En resumen, es un buen momento, ha habido una renovación de estilos muy clara, y una incorporación de las mujeres en todas las profesiones que ha sido una auténtica revolución. Se pueden hacer más cosas pero el cambio en la incorporación femenina desde los 80 hasta hoy es descomunal. Antes no había más que una directora de producción y hoy hay muchísimas muy competentes y reclamadas. Y últimamente vemos directoras no solo en cine de autor también de género. Por ejemplo la selección de este año de las tres películas para los Oscar fue muy difícil porque como mínimo había seis o siete posibles. La sociedad de la nieve es una buena elección, muy competente, bien acabada y bien hecha. Tiene muchas posibilidades de llegar a ser nominada. Ha sido una buena elección. De todos modos, no creo que el objetivo de la Academia sea ganar el Oscar. La academia no gana el Oscar, lo gana una película española que se presenta.
¿Cree que las plataformas están realizando una contribución positiva?
Son esenciales en el actual panorama y están dando trabajo a mucha gente. Luego producen algunos títulos de gran calidad, hace poco vi El asesino, de Netflix, y me pareció magnifica. Sigo pensando de todos modos que el lugar de las películas es el cine. Una cosa que me gustaría potenciar, aunque no sé exactamente cómo, es que la Academia pudiera ayudar a la exhibición.
«Las plataformas son esenciales en el panorama actual pero sigo pensando de todos modos que el lugar de las películas es el cine»
¿Qué papel cree que debería jugar TVE en el desarrollo del cine español?
TVE siempre ha sido importante para el cine, es una de las patas sobre las que se construye el cine español. Su papel es ayudar a la producción porque también es lo que emitirán ellos en un futuro inmediato. La compra de derechos de antena es fundamental. Yo una vez no pude hacer una película porque lo tenía todo montado salvo los derechos de TVE y no los conseguí, con lo cual se me hundió el proyecto por allá en el 83. La segunda parte de su misión es la promoción del cine español que creo que se desarrolla a través de varios programas excelentes que lo difunden como Días de Cine o Historia de nuestro cine que son fundamentales. Y es importante también el apoyo que presta a los festivales de cine y muy especialmente la participación española en esos festivales. Aparte de eso emite muchas películas españolas y debe seguir haciéndolo. Desde el “cine de barrio” hasta programas especializados en películas más actuales o más de autor. Respecto a la Academia, emite en directo la gala de los Goya y es una colaboración imprescindible y muy intensa desde el principio cuando surgen las primeras ideas sobre cómo organizarlos hasta la propia retransmisión en directo. Nosotros tenemos una conexión directísima con ellos.
Fue fundador en el año 94 de la ECAM, la escuela de cine de Madrid, y su director desde entonces hasta 2011. ¿Qué papel cree que ha jugado en la consolidación de una industria profesional?
Las escuelas han sido fundamentales en la modernización del cine español. Era una demanda desde que en el año 73 se cerró la Escuela Oficial de Cine en la que yo estudié. Los que vinieron después Almodóvar o Trueba, fueron autodidactas, no tenían donde estudiar. Había una demanda clarísima de resucitar la vieja idea de la Escuela Oficial de Cine. Para la primera convocatoria de ingreso en dirección hubo más de mil personas. ¡Se presentó toda España! La ECAM era para formar gente para que aprendieran la profesión con profesores que eran lo más destacado en su especialidad. Los profesores de dirección del primer año eran Montxo Armendáriz y Víctor Erice y estaba también José Luis Borau, José Luis Cuerda o Manuel Gutiérrez-Aragón. Teníamos a los mejores. En arte Rafael Palmero y Félix Murcia. Se trataba de que la gente que quería hacer cine hicieran sus primeras prácticas, tomaran contacto con la cámara, los equipos…que vivieran en un ambiente de cine de la mañana a la noche. Siempre dije que lo más importante de una escuela eran los alumnos, no tanto los profesores, porque la relación entre alumnos que están en las mismas condiciones de curiosidad y lógica ignorancia, de la relación entre ellos es de donde surgían las mejores enseñanzas. Y además eso permitía que luego se formaran equipos que ya trabajaban juntos entonces y luego han seguido haciéndolo.
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