Durante mediados de los 2000, las grandes cadenas de teleoperadoras iniciaron una fuerte participación en la producción de cine español, en gran parte debido a la Ley del Cine de 1999, que obligaba a estas compañías a invertir un 3% de sus beneficios en la producción en lengua española. Los grandes conglomerados decidieron apostar por proyectos comerciales con el objetivo de obtener rédito de esa imposición, y el foco se puso en comedias, terror y thrillers, este último un género poco habitual en la cinematografía española de décadas anteriores. Se vivió en esa época un período clave para el cine de género, abarcando desde el terror hasta el suspense, pasando por el misterio y el thriller. En esa época se consolidaron directores como Daniel Monzón, J.A. Bayona, Paco Plaza, Alberto Rodríguez y Paco Cabezas, entre otros.
La llegada de las plataformas y el impacto de la pandemia han sido factores clave en el fin de esa época dorada del thriller y el terror, afectando profundamente el desarrollo de estos géneros y dejando a la comedia y el drama de autor como los estandartes de la cinematografía española. Sin embargo, el reciente impacto de La infiltrada (Beta Fiction), de Arantxa Echevarría, no solo se ha convertido en el mayor éxito del thriller en una década, también es el mayor éxito español dirigido por una cineasta. Con más de 1.5 millones de espectadores, las buenas críticas y premios de la industria, como el Goya a la mejor película, demuestran que había hambre entre el público de un filme de este género, en este caso impulsado porque aborda un episodio clave de nuestra historia reciente como la barbarie del terrorismo de ETA a partir de una apasionante historia real.

‘El secreto de Marrowbone’, gran éxito de 2017, 7,3 millones
DEL ESPLENDOR A LA CRISIS
¿Cuál ha sido el impacto del thriller español en la taquilla española en los últimos años? Entre 2016 y 2024, el cine encuadrado dentro del thriller, suspense o misterio ha recaudado casi 110 millones de euros, lo que equivale al 14.5% del total de los ingresos de la cinematografía nacional en este período. Entre 2016 y 2018 se registraron los mayores ingresos y éxitos, con un total de 51 millones de euros, alcanzando su punto álgido en 2017, cuando los thrillers acapararon el 21.5% de la taquilla gracias a los casi 23 millones de euros generados por los éxitos de El secreto de Marrowbone (Universal. 7.3 millones), Contratiempo (Warner, 3,6 millones), El guardián invisible (DeA Planeta. 3,6 millones) y El bar (Sony, 2,8 millones), todas ellas cofinanciadas y coproducidas por grupos como Mediaset y Atresmedia.
Entre 2019 y 2021, el género entró en crisis, afectado tanto por la pandemia como por la reducción en el volumen de producciones de este tipo que llegaban a las salas, ya que muchas optaron por una explotación en plataformas, como fue el caso de Bajocero y Ofrenda a la tormenta, tercera parte de la trilogía del Baztán de Dolores Redondo. Durante esos tres años, la recaudación se redujo a solo 21 millones de euros, con una cuota de pantalla de apenas un 11% para títulos como Quien a hierro mata (Sony, 2,5 millones en 2019), El silencio de la ciudad blanca (DeA Planeta, 2,3 millones también en 2019) y Way Down (Sony, 5,7 millones en 2021). Ese mismo 2021, el fracaso en salas de Las leyes de la frontera (Warner, 662k) evidenció que la crisis del género se debía, sobre todo, a la pérdida de una audiencia adulta que tradicionalmente lo había respaldado, en especial cuando las películas contaban con directores reconocidos y buenas críticas. Este fenómeno seguía siendo consecuencia del efecto disuasorio provocado por las noticias relacionadas con la pandemia y del hecho de que algunas de estas grandes apuestas ya venían cofinanciadas por Netflix.
En 2022, el ritmo mejoró a finales de año gracias a Los renglones de Dios (Warner, y también cofinanciada por Netflix, 5,7 millones) y As bestas (A Contracorriente, 7 millones en total), que no solo fue clave en 2022, su año de estreno, también en 2023 gracias a su lluvia de Goyas. Sin embargo, fue en 2023 cuando el género tocó fondo. Ese año, la fórmula parecía agotada, con fracasos notorios como Fatum (Universal, 966k) y Todos los nombres de Dios (TriPictures, 961k), que no lograron alcanzar el millón de euros, así como Verano rojo (DeA Planeta) y Lobo feroz (Filmax), que no superaron los 400.000€ pese a estrenarse en más de 150 cines. Como pasaba en los años previos, la estampida del espectador adulto era clave, una ausencia que se dejaba notar de forma transversal en todo tipo de cine, en especial el gran formato. Ante esa realidad, la puesta en marcha de políticas como Martes Senior ha sido crucial en la recuperación de ese público de más de 50 años.
¿UNA NUEVA ETAPA?
La crisis del thriller dio visos de cambio el pasado 2024. El año comenzó con el moderado éxito de El correo (Universal), que logró el primer puesto y un ingreso total de 1.64 millones de euros, a sumar el mencionado taquillazo de La infiltrada. No obstante, la realidad es que la película de Echevarría ha sido casi el único gran éxito del género desde As bestas, dejando en evidencia la crisis que ha golpeado al thriller en los últimos años y que ahora parece dar signos de recuperación. En 2025, gracias al efecto Goya de La infiltrada y el correcto estreno de Mikaela (Disney), la cuota de pantalla del thriller nacional se ha elevado al 40%, el dato más alto registrado en la última década (2016-2025).
Para entender la crisis del género, es necesario traer a colación el impacto de las plataformas y cómo muchas productoras, distribuidoras y financiadoras han reajustado el modelo de sus proyectos para adaptarse al nuevo ecosistema. Desde 2020, Netflix comenzó a desarrollar producciones en España directamente con productoras locales, absorbiendo proyectos tanto de comedia como de género, como los casos de las mencionadas Bajocero u Ofrenda a la tormenta, pero también producciones de terror como Hermana muerte o Tin & Tina, títulos que, de esta manera, evitaban o pasaban de forma testimonial por la ventana de cines que, en esos momentos, no estaba funcionando a causa de las restricciones sanitarias.
Entre 2020 y 2024, Netflix y Amazon Prime han influido en un nuevo ecosistema de producción local en el que, o bien las productoras desarrollan directamente para ellos, o bien las plataformas adquieren los derechos de las películas para ser emitidas pocos meses después de su estreno en cines. Esto ha impactado en los estrenos de thrillers fuertes como Valle de sombras (Disney, 1,7 millones), Verano Rojo (DeA Planeta), Puntos suspensivos (Vértice, 385 k) o Justicia Artificial (A Contracorriente, 116k), que pasaron por salas sin toda la parafernalia promocional que solía rodear este tipo de proyectos con ambiciones comerciales. Uno de los factores clave en estos títulos, y en otros de género con el apoyo de Amazon o Netflix, ha sido el ajuste del presupuesto de lanzamiento, teniendo en cuenta la bajada general del mercado de exhibición y la elevada competencia que algunos de estos títulos han tenido que enfrentar al estrenarse en temporadas muy concurridas como otoño-invierno.
La realidad es que, pese a las cifras moderadas que han generado en salas algunos de estos títulos, su rendimiento en plataformas ha sido óptimo, lo que refleja el desajuste de este tipo de producciones más comerciales. Un ejemplo interesante es el drama histórico con suspense La virgen roja, de Paula Ortiz, coproducido entre Avalon, Elástica y Amazon MGM Studios. La película logró recaudar unos sólidos 1.31 millones de euros en la taquilla española y vender más de 220.000 entradas, pero su éxito en la plataforma ha sido masivo. Según datos de la agencia británica Digital i, entre diciembre, cuando llegó a Amazon, y enero, el filme acumuló más de 1.6 millones de visionados solo en España, además de otros 1.4 millones en el resto del mundo, con especial fuerza en Brasil, donde generó casi la mitad de esos espectadores digitales. En España, Argentina y Brasil, La virgen roja fue una de las cinco películas en español más vistas entre diciembre y enero.
Otro caso es Que nadie duerma, una mezcla entre comedia negra y suspense que en cines solo alcanzó una recaudación de 114.000 euros con una campaña de medios muy limitada, pero que ha generado 1.7 millones de visionados solo en España. Asimismo, la mencionada Puntos suspensivos apenas superó los 500.000 euros en taquilla, pero registró casi 900 mil visionados en mes y medio. Ante estos datos, un título como La infiltrada no solo celebra un éxito contundente en salas, sino que también demuestra que, más allá de este nuevo modelo híbrido, siguen existiendo oportunidades para éxitos en la gran pantalla que recuerdan tiempos pasados.
La paulatina recuperación del hábito de ir al cine de la audiencia adulta y el interés por un cine comercial de calidad son elementos clave para que la cinematografía española vuelva a apostar por productos de suspense y thriller en la gran pantalla. La crisis de Hollywood a la hora de desarrollar este tipo de producciones y su constante apuesta por películas de franquicia deja un espacio importante para los productores europeos que quieran atraer a una audiencia no interesada en cine de superhéroes y fantasía. Éxitos como La infiltrada, pero también La virgen roja o Marco, indican que existe un terreno en el que las producciones españolas pueden aspirar a recaudar entre 1.5 y 2 millones de euros, recuperando un espacio que en el pasado fue clave para la cuota del cine español y la presencia de estas películas en las salas.