Los tres primeros meses de 2025 nos dejan un balance con luces y sombras. Tras un enero y un febrero prometedores, marzo registró una clara desaceleración, lo que llevó al trimestre a cerrarse con una caída del -4,5 % respecto al mismo periodo del año anterior, con un abril fuerte gracias a Minecraft. Evidentemente no se trata de un colapso dramático, pero sí es suficiente para empujar a la industria a reflexionar sobre ciertas dinámicas ya consolidadas. Una vez más, el mercado demuestra ser fuertemente dependiente de los blockbusters estadounidenses y de los grandes eventos cinematográficos. Se trata de una dinámica común a muchos países, es cierto, pero que en España adquiere contornos especialmente marcados, sobre todo a la luz de una polarización de la oferta en torno a los grandes títulos más acentuada que en el periodo prepandémico. La parte alta del mercado se mantiene firme, la parte baja sufre, y el centro —aquello que en otro tiempo generaba volumen y aportaba oxígeno a las salas y a los productores— se tambalea.
Sin embargo, nuestro cine también tiene mucho que enseñar. Lo demuestra la creciente fuerza del cine de animación (como explica muy bien Nathalie Martínez, presidenta de Diboos, en la entrevista de portada), así como el éxito consolidado del cine de género y de las grandes comedias populares. Pero si quisiéramos identificar un área en la que todavía hay margen de crecimiento —y quizás también una carencia estructural— sería precisamente la franja de las llamadas comedias inteligentes: películas capaces de hacer reír y reflexionar, con ambición narrativa y vocación popular al mismo tiempo, capaces de atraer al gran público y, a ser posible, de cruzar las fronteras nacionales. No decimos que falten por completo, algo hay. Pero se necesita una inversión más decidida en esa gama media de producto, capaz de generar una recaudación entre los 2 y los 6 millones de euros, donde puede nacer un cine nacional sólido, reconocible, contemporáneo. Un cine que sepa hablar al país y también más allá, reforzando la identidad y la solidez general de nuestra taquilla. El público está ahí, las ganas de nuevas historias también. Solo queda saber detectarlas.
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