Taquilla del cine español en San Sebastián: un impulso decisivo

El cine español en San Sebastián es un espejo del estado cultural e industrial de la producción nacional así como del pulso de las instituciones locales y trasatlánticas. Durante los pasado diez años, 33 películas españolas han pasado por la sección oficial y tres de ellas han ganado la preciada Concha de Oro. El espíritu comercial de las películas presentes en el festival no solo ha cambiado por razones de dirección artística, también por cambios de modelos de producción en la propia industria.

Los festivales de cine cumplen varias funciones esenciales para el desarrollo de la cultura cinematográfica, tanto en lo artístico como en lo comercial. Por un lado, son espacios que intentan reflejar qué tipo de cine es relevante desde un punto de vista estético, tanto en lo cinematográfico como en lo temático. Por otro, ejercen una función promocional y comunitaria: ayudan a que el público conozca títulos que de manera eventual llegarán a los cines y ofrecen a la industria un espacio y un tiempo concreto para encontrarse. En este sentido, el Festival Internacional de Cine de San Sebastián brilla con luz propia desde hace más de medio siglo como uno de los certámenes más reconocidos y con mayor capacidad para reunir nombres relevantes que atraigan a la prensa nacional e internacional.

Como consecuencia de su impacto mediático e influencia dentro del panorama español, muchas películas se estrenan en el festival con la esperanza de lograr un efecto “San Sebastián” que se traduzca en venta de entradas. Sin embargo, al igual que ocurre con otros festivales o premios, el impacto en taquilla es siempre discutible, ya que el festival también es reflejo y consecuencia del estado de la industria tanto en términos de producción como de recepción. No siempre tiene capacidad de cambiar tendencias, aunque en ocasiones ciertos títulos han iniciado en Donosti un camino hacia el éxito, gracias a una serie de factores favorables posteriores.

5,5 MILLONES DE ESPECTADORES

Entre 2015 y 2024, 33 películas españolas han pasado por la Sección Oficial del festival, generando un total de 38,5 millones de euros en taquilla y más 5,5 millones de espectadores. De ellas, catorce fueron premiadas, incluyendo tres que obtuvieron la Concha de Oro. No obstante, la comercialidad y los premios no siempre van de la mano, lo cual invita a pensar que el “efecto San Sebastián” está más en el eco mediático del momento más que los premios. El cine premiado generó en conjunto 14,4 millones de euros, y las tres ganadoras de la Concha sumaron entre todas menos de 900 mil euros: Entre dos aguas (Bteam Pictures, 2018), O Corno (Elastica Films, 2022) y Tardes de Soledad (A Contracorriente, 2024). Aunque toca señalar que ninguna de ellas se estrenó con más de 100 copias y son productos más cercanos a un cine experimental que con altas ambiciones comerciales.

El resto de las doce películas premiadas lograron una mayor visibilidad en cines, y cuatro de ellas superaron el millón de euros en taquilla: Truman (Filmax, 2015), El hombre de las mil caras (Warner, 2016), Que Dios nos perdone (Warner, 2016) y La trinchera infinita (eOne, 2019). Una tendencia clave que se observa aquí es que todos estos éxitos comerciales tuvieron lugar antes de la pandemia. Porque analizar el impacto —e incluso la tipología— de las películas españolas presentes en la competición de Donosti implica también reflejar los profundos cambios que ha vivido la producción nacional en esta última década. Entre 2015 y 2019 se incluyeron 18 películas españolas en la Sección Oficial, frente a las 15 del periodo 2020-2024. Además, las primeras generaron mayores ingresos: 25,4 millones de euros frente a los 13,2 millones de las posteriores. La media por película también refleja esta diferencia: 1,4 millones de euros frente a 878.000. Y la clave, una vez más, está en el formato y tipología de películas seleccionadas.

Entre 2015 y 2020, tres de los títulos más exitosos de esta etapa venían coproducidos por Atresmedia: El hombre de las mil caras (Warner), que logró 2,6 millones de euros; los dos films de Sorogoyen, Que Dios nos perdone (1,4 millones) y El reino (Warner), con 1,95 millones de euros. A ellos se suman otros tres grandes éxitos, dos de ellos entre los mayores: Truman (Filmax), que en 2015 recaudó 3,58 millones de euros; La trinchera infinita, con 1,28 millones; y Mientras dure la guerra (Disney), que recaudó casi un tercio del total analizado, 10,84 millones de euros. De estas seis películas, cuatro fueron premiadas, y también cuatro de ellas responden a un formato de cine de thriller y suspense que tras la pandemia ha desaparecido casi por completo de las salas, derivado en parte hacia plataformas, o bien desestimado por empresas como Atresmedia o Mediaset, que lo han excluido de sus líneas de producción.

EL CINE DE AUTOR

Otros títulos relevantes de esta época fueron El autor (Filmax), con 795 mil euros en 2016; Handia (Golem), que recaudó 750 mil en 2017; Yuli (eOne), con 804 mil; y La hija de un ladrón (Bteam Pictures), que con un estreno limitado fue capaz de recaudar 304 mil y convertirse en uno de los filmes más relevantes de 2019. De nuevo, la relación premios y taquilla no parece estar directamente relacionada y el efecto se encuentra en el siempre delicado equilibrio entre la relevancia que tiene estrenar una película española potente en un festival español al que acude toda la prensa nacional y la estrategia y formato del proyecto.

Un buen ejemplo en este ese periodo es la segunda Concha de Oro de Isaki Lacuesta, Entre dos aguas. Pese al prestigio de su director y la empresa detrás, BTeam Pictures, el filme no era una producción de fácil venta a la audiencia al margen del premio. La cinta recaudó 147 mil euros, el peor dato de las tres Conchas de Oro españolas de este período. Es interesante ver como este formato de cine no funcionó en 2019, pero tanto las dos siguientes Conchas de Oro o incluso el siguiente filme de Lacuesta lograron mucho mejores resultados en taquilla pese a pertenecer a un formato de cine autoral similar. Esto vuelve a señalar que el efecto del festival en si es difícil de detectar, lo cual responde más una relación fluctuante entre el festival, la industria, y la audiencia.

A partir de 2020, se observa un cambio bastante radical, especialmente entre 2022 y 2023, cuando la mayoría del cine español presente pertenecía a una forma autoral de limitada presencia en salas. Tras las complicaciones de 2020, en 2021 tres títulos seleccionados lograron convertirse en relevantes éxitos de taquilla: El buen patrón (TriPictures), Maixabel (Disney) y La abuela (Sony), que se fueron de vacío del festival, pero tuvieron una acogida comercial notable. Recaudaron 4,2 millones de euros, 2,83 millones y 1,8 millones respectivamente. Estas tres películas concentran el 67% de los ingresos generados por el cine español en el festival entre 2020 y 2024. Entre 2022 y 2023, la selección oficial incluyó seis títulos que en conjunto apenas recaudaron 1,7 millones de euros en salas. De ellos destacan los 838 mil euros de Un amor (Bteam), de Isabel Coixet, y la Concha de Oro de O Corno, que logró 413 mil euros, una cifra muy relevante si se tiene en cuenta que se estrenó con solo 70 copias y era un filme en gallego. El resto de los títulos fueron La maternal (Bteam), con apenas 228.110€, y Girasoles silvestres (A Contracorriente), con 188.060€, ambas una decepción comercial.

UN CAMBIO DE RUMBO

En 2024, se materializa un cambio de rumbo que podría consolidarse durante este año 2025 con una vuelta de un cine español adulto, comercial, y autoral. Movistar Plus y Amazon MGM Studios presentaron en Donosti Soy Nevenka (Disney) y La virgen roja (Elastica Films), fuera de concurso, que luego lograron 1,4 y 1,2 millones de euros en taquilla. Estas dos apuestas representan una renovada línea de alta capacidad comercial que recuerda a algunas de las propuestas más exitosas del periodo 2015-2019.

Finalmente, toca mencionar la Concha de Oro de Albert Serra, un título que pertenece a otra liga y que, como en el caso de O Corno, sirve como ejemplo de un posible efecto San Sebastián. La película logró un enorme impacto mediático, tanto por sus excelentes críticas y premio como por las polémicas que generó antes y después de su paso por el festival. A Contracorriente decidió resistirse a estrenar rápido y retener ese ruido para un lanzamiento seis meses después de recoger la Concha. La estrategia funcionó, y Tardes de soledad recaudó más de 330 mil euros con un estreno de 88 copias, lo que supone el mejor resultado comercial de la carrera de Serra. Este año, el cine autoral con ambición comercial confirma la tendencia que se observó el pasado año, y que permite ambicionar un regreso a un cine español en San Sebastián más en la línea de lo que se vio en la década de 2010- 2019. Un golpe de timón marcado por la particular apuesta de Movistar Plus en este formato de cine que ha encontrado en Sirât, de Oliver Laxe, un ejemplo irrefutable. La cinta pasó por Cannes con un enorme impacto, y con el Gran Premio del Jurado bajo el brazo se estrenó en cines españoles con un éxito muy relevante, con más de 300 mil espectadores a principios de julio.

En conclusión, hablar de un posible “efecto San Sebastián” en términos comerciales es reducir el trabajo del festival a una dimensión mínima y volátil que no le hace justicia. Su valor va mucho más allá de lo que sucede en la taquilla. El festival funciona como una plataforma crucial para visibilizar proyectos en los medios y consolidar trayectorias autorales o productivas. Como ocurre en cualquier certamen, el riesgo de estrenar allí depende también del tipo y escala de la producción: los títulos más pequeños, o los que participan en secciones paralelas, pueden perder visibilidad frente al protagonismo de propuestas más grandes o con nombres consolidados. La relevancia del festival está también en su capacidad de atraer a figuras destacadas, algo fundamental para que ciertos títulos de mayor presupuesto puedan aspirar a ese “efecto San Sebastián” que algunos identifican con cobertura mediática, repercusión crítica o impacto en ventas. Y aunque ese efecto no siempre se traduzca en éxito en taquilla, haber ganado una Concha de Oro sí puede abrir una nueva vida para una película, como se ha demostrado en las dos últimas ediciones con premiados españoles. En ese equilibrio entre prestigio artístico, visibilidad y recorrido comercial se encuentra hoy el verdadero valor estratégico del festival.

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