La carta estaba dirigida a Bob Iger (Disney), Jennifer Salke (Amazon MGM), Donna Langley (NBCUniversal), Ted Sarandos (Netflix), el trío George Cheeks, Chris McCarthy y Brian Robbins (Paramount), Ravi Ahuja (Sony) y David Zaslav (Warner Bros.). El punto de partida es un artículo del Atlantic del 18 de noviembre, que declaraba que «No hay duda de que Hollywood está dando poder a la IA en la escritura «.
Por ello, la WGA realiza la siguiente acusación: “Las empresas tecnológicas han saqueado la propiedad intelectual de los estudios, una vasta reserva de obras creadas por generaciones de trabajadores sindicalizados, para entrenar sus sistemas de inteligencia artificial. Después de haber acumulado miles de millones de capital sobre la base del robo al por mayor, estas empresas tecnológicas ahora buscan revender a los estudios servicios de alto precio que plagian obras robadas creadas por miembros de la WGA y trabajadores de Hollywood .
Además: «Los estudios, como titulares de los derechos de autor de las obras escritas por los miembros de la WGA, no han hecho nada para detener este robo. Han permitido que las empresas de tecnología saqueen bibliotecas enteras sin permiso ni compensación. La inacción de los estudios ha perjudicado a los miembros de la WGA«. Todo esto un año después de la ratificación del nuevo convenio colectivo que debía proteger el trabajo de los guionistas de la llegada de la IA generativa.
Convenio que se cita precisamente en la carta: «Requiere expresamente que los estudios defiendan sus derechos de autor en nombre de los escritores. El artículo 50 del MBA establece que los estudios mantienen “en fiduciario” los derechos reservados a determinados autores de obras originales […] Los estudios tienen el deber fiduciario de proteger contra el uso no autorizado de las obras con fines de formación de ‘IA ‘. La WGA finaliza su acusación con esto: «Es hora de que los estudios se hagan a un lado » . Después de pasar décadas luchando contra la piratería, la industria no puede quedarse impasible mientras las empresas de tecnología roban bibliotecas enteras de contenido para su propio beneficio económico. Los estudios deberían emprender inmediatamente acciones legales contra cualquier empresa que haya utilizado los trabajos de nuestros miembros para entrenar sistemas de inteligencia artificial «.
Fuente: Variety
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