«Para mí la principal diferencia entre ver una película en sala o en casa es el recuerdo», dice Estela Artacho, presidenta de Fedicine, entusiasta de la experiencia cinematográfica. Sin duda, la sala ofrece una concentración única, y sobre todo, «recuerdas la película mucho más. Cuando preguntas a la gente qué fue lo que más le gustó del último año, suelen mencionar un título visto en salas».
Artacho dirige Fedicine, la Federación de Distribuidores Cinematográficos que agrupa a las majors –Paramount, Universal, Warner, Disney y Sony–, las cuales, como explica, suman alrededor del 80% del mercado español de distribución. La presidenta defiende con uñas y dientes las posiciones de la patronal: desde la autorregulación en las ventanas de distribución hasta la eliminación de la actual cuota del 25% de cine europeo e iberoamericano en las salas, pasando por una lucha sin cuartel contra la piratería, que ahora se reinventa con las IPTV.
La entrevista se celebra en un clima de optimismo tras un fin de semana de grandes ingresos (8,4 millones de euros) impulsados por éxitos como Lilo y Stitch y Misión Imposible: Sentencia Final y la popular Fiesta del Cine –la iniciativa conjunta de Fedicine con FECE–. Artacho muestra prudencia ante la guerra comercial desatada por Donald Trump y recuerda que las instituciones europeas acordaron no imponer represalias contra los productos culturales.
¿Qué es Fedicine y cuáles son sus principales objetivos?
Fedicine es la Federación de Distribuidores Cinematográficos, una entidad sin ánimo de lucro fundada en 1988 para defender y representar el sector de la distribución de cine en España. Lo hace promoviendo el diálogo y colaborando con administraciones a todos los niveles (local, regional, nacional y europeo) y con otras asociaciones del sector. De este modo, Fedicine se ha consolidado como la referencia para la industria y las instituciones, con objetivos alineados a los del resto de agentes: por ejemplo, la defensa de la propiedad intelectual y la recuperación del hábito de ir al cine.
La federación organiza reuniones constantes con las distribuidoras que representa (centradas en objetivos comunes, no en cuestiones comerciales) y colabora estrechamente con los exhibidores y con entidades sectoriales como FECE. Además, trabaja con instituciones públicas: colabora con el ICAA y el Ministerio de Cultura en temas de derechos de autor, y con el Ministerio de Transformación Digital en asuntos técnicos. Asimismo, mantiene un convenio de seguimiento con la Generalitat de Catalunya para fomentar el doblaje de películas al catalán sin perjudicar a la distribución.
¿Qué porcentaje de la distribución española representa Fedicine y qué le diría a quienes dicen que las majors tienen demasiado poder?
Fedicine agrupa a las empresas que generan casi el 80% del público del cine en España. Son precisamente las películas que distribuyen los miembros de Fedicine las que suelen ser los grandes éxitos de taquilla y las que llevan más espectadores a las salas: títulos imprescindibles que atraen a mucha gente y que, si les gusta, suelen repetir. El año pasado, el cine estadounidense tuvo el 77% de la cuota de mercado en España, y nuestras empresas (que además coproducen películas españolas) abarcan cerca del 80% del mismo. Cabe recordar que no solo hablamos de películas de Hollywood, porque no todas, pero muchas de las películas nacionales más exitosas son lanzadas por estas majors.
Esto no es una concentración de poder por imposición, sino el reflejo de la demanda del público. En cierto sentido, esas películas “democratizan” el cine porque amplían el espectro de espectadores que acuden a la sala. En definitiva, la presencia dominante de las majors se basa en que ofrecen productos populares; su éxito ayuda a dinamizar todo el sector, en lugar de perjudicarlo.
¿Cuáles son los frentes más urgentes en los que está trabajando Fedicine?
Como todos los años, por estas fechas la prioridad absoluta es la Fiesta del Cine. Paralelamente, seguimos trabajando en la nueva Ley del Cine, que por ahora sigue estancada pero sobre la que seguimos aportando propuestas. Además, estamos pendientes de otros temas regulatorios de futuro, como la normativa sobre Inteligencia Artificial y cuestiones de propiedad intelectual, tanto a nivel nacional como europeo.
Cuando usted empezó a dirigir Fedicine en 2012, hubo más de 94 millones de espectadores y el año pasado se rozaron los 73. ¿Cree que se recuperarán los niveles de audiencia de 2019?
Esperamos que sí. Estamos viendo el gran éxito conjunto de Lilo y Stitch y la nueva Misión Imposible. Se prevé una buena primavera y vamos a tener un verano con grandes estrenos, así que confiamos en que esa tendencia positiva continúe. No será sencillo volver a los niveles récord de 2019 —que fueron históricos—, pero el mercado ya muestra claros signos de recuperación.
Lo ocurrido durante la pandemia es un hecho sin precedentes: nunca antes, ni en la Guerra Civil ni en las guerras mundiales, las salas habían tenido que cerrar. Esa ruptura histórica cortó de raíz un hábito de varias generaciones, y los hábitos se recuperan con gran dificultad. Son como la confianza, se tarda mucho en ganarla y muy poco en perderla. Por eso la caída de asistencia a salas fue tan drástica. Poco a poco la confianza del público se va restaurando, sobre todo con el entusiasmo que generan los grandes estrenos y promociones como la Fiesta del Cine.
Quiero destacar también otras iniciativas como el cine Sénior, del que ya se han hecho dos ediciones y ahora va por la tercera. Los martes han pasado a ser un día buenísimo de ir al cine. Y es que la gente mayor está esperando al martes para ir a las salas. Entre la gente mayor hay mucha gente sola, que no tiene con quién ir, y pueden compartir con otras personas ver una película. Estamos en un momento en el que hay mucha gente que se siente sola, debemos poner en valor esa dimensión social del cine.
Junto a Próxima y Adicine, Fedicine representa a los distribuidores. ¿De qué manera cree que exhibición y distribución pueden colaborar de manera más estrecha?
Colaboramos muy estrechamente con los exhibidores. Por ejemplo, Fedicine y FECE participan juntos en las iniciativas públicas del ICAA y el Ministerio de Cultura —como el programa Cine Senior o en la puesta en marcha del proyecto Cine-Escuela, que busca que los niños vayan a las salas—. Además, las distribuidoras se coordinan regularmente con los cines de todo el país. Un caso ilustrativo es la Fiesta del Cine: es una promoción que Fedicine cofinancia con FECE y cuyo éxito sostenido demuestra la buena sintonía entre distribución y exhibición. No es algo que se haga de la noche a la mañana, sino que ha requerido esfuerzo conjunto para recuperar público
¿Diría que son muy distintos los intereses de las tres asociaciones de distribuidores: Próxima, Adicine y Fedicine?
Con Próxima, por ejemplo, trabajamos juntos en el clúster audiovisual. Creo que hay muchos intereses comunes —como el objetivo de que más gente vaya al cine y de que el mercado crezca— y eso se nota en las reuniones: casi siempre coincidimos en las líneas maestras. Sí existen diferencias puntuales; quizá la principal es que nosotros (Fedicine) no recibimos subvenciones, y nadie quiere repartir ese pastel. Pero, en general, no son tantas las diferencias fundamentales. A veces se intenta exagerar la división, pero en realidad todos buscamos resultados similares para el sector.
La Fiesta del Cine ya es un éxito consolidado. ¿Qué cree que puede hacerse para que mejore?
La Fiesta del Cine es una iniciativa que cofundamos con FECE en 2009 a la que después se sumó Adicine y hoy es muy conocida. Casi no hace falta promocionarla: el público la espera cada año. Su objetivo fundamental es recuperar el hábito de ir al cine como experiencia social y cultural: que personas que normalmente no van al cine prueben, disfruten y luego repitan. Una parte fantástica de la iniciativa es que muchos cines aprovechan esos días para rebajar también el precio de palomitas y refrescos, algo que se agradece mucho.
Nuestro único “pero” es relativo, pedimos que haya más tráilers promocionales y menos publicidad tradicional. Entendemos que la publicidad genera ingresos extra para las salas, pero los espectadores agradecen más avances de películas nuevas, pues despiertan su interés y los enganchan a la experiencia. Más tráilers ayudarían a captar audiencia, que es precisamente el objetivo de esta fiesta.
¿Cuál es el punto de vista de Fedicine en la regulación de las ventanas? ¿Es necesaria una ley que imponga ventanas obligatorias o es suciente con un acuerdo de la industria?
Fedicine considera que imponer ventanas obligatorias por ley no es la solución. En España —como en la mayor parte del mundo, salvo Francia y Bulgaria— las ventanas no están reguladas; sin embargo, los miembros de Fedicine aplican voluntariamente ventanas de cine sin necesidad de imposición legal. Creemos que la regulación de ventanas no atraería más público ni prolongaría la estancia de los estrenos en cartel: la duración de una película en sala depende de que la gente vaya a verla, y si el exhibidor ve que no llena, quita la película. Al final, imponer un periodo fijo (por ejemplo, 100 días exclusivos) puede ser contraproducente: si la gente no va, la película termina en la piratería, con una pérdida del 100%.
Hay que tener en cuenta además las características del mercado español: aquí cerca del 75% de la recaudación se hace en las primeras tres semanas de estreno. España es el país donde más películas se estrenan al año de los principales mercados (más que EE. UU., Reino Unido, Francia, Italia o Alemania), por lo que las salas tienen que gestionar muchas producciones al mismo tiempo. En ese contexto, siempre ha existido cine pensado directamente para televisión o plataformas, separado de los grandes éxitos de taquilla. Creemos que no todas las películas deben estrenarse necesariamente en salas. Además, vivimos en un mundo de inmediatez: la gente ya no está dispuesta a esperar meses para ver una película, por lo que imponer una ventana obligatoria resulta cada vez menos atractivo.
La prevista nueva ley del cine rebaja del 25 al 20 por ciento la cuota obligatoria que los cines deben dedicar a cine europeo e iberoamericano. ¿Comparte la demanda de los exhibidores de que se suprima?
Pasa como con las ventanas, no estamos a favor de las imposiciones. Como ya he mencionado, el cine español es muy importante para las distribuidoras de Fedicine tanto en resultados comerciales como por su importancia cultural. Estamos alineados con FECE en la idea de que sería mucho mejor un sistema de incentivos porque siempre es mejor incentivar que imponer. Además, le complica la vida a los programadores de los cines el tener que estar cumpliendo cuotas. De todos modos, vemos difícil que esa norma se acabe suprimiendo. Sin duda, este es un punto en el que nos distanciamos de Proxima y Adicine.
¿Cuáles son las expectativas de Fedicine respecto a la siempre anunciada y postergada nueva Ley del Cine?
Actualmente no tenemos grandes expectativas, porque no vemos un avance concreto. Nos hemos reunido con los grupos parlamentarios para presentar nuestras propuestas y que las incluyan en las enmiendas, como solemos hacer. De hecho, el primer borrador de esta ley data de 2021, y aunque el Consejo de Ministros lo aprobó en junio de 2024, la norma sigue en periodo de enmiendas a la totalidad. En la práctica, está prácticamente paralizada a día de hoy.
El pasado 7 de mayo asistió a la reunión convocada por el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, para analizar el anuncio de Trump de imponer aranceles al cine extranjero. ¿Cómo valoran esta posibilidad? ¿Existe preocupación por una posible represalia europea?
Para nosotros fue una sorpresa, como para todo el mundo. Trump ya había anunciado aranceles a Europa y a China, pero en aquel momento el cine no estaba incluido. Al día siguiente, la Casa Blanca matizó la medida: dijeron que era solo una idea y que querían dialogar con el sector. Por ahora hay más incertidumbre que certeza. Ni siquiera sabemos qué consideraría “cine extranjero” (allí no hay una nacionalidad de las películas como aquí) ni cómo se aplicaría un arancel a un servicio como el cine.
En cualquier caso, en la UE, este mismo mayo el Consejo de Ministros acordó que cualquier medida se abordaría de forma coordinada a nivel europeo y dejó claro que no habría represalias contra productos culturales. Creemos, además, que sería mejor incentivar el sector audiovisual (como se hace con el hub audiovisual español, que es un éxito) que imponer aranceles.
La última encuesta de la Global Cinema Foundation indica que el público adulto mayor de 40 años no encuentra películas de Hollywood que le interese ver. ¿Cómo valora este dato?
No conozco bien esa encuesta, la verdad. Creo que siempre existe una gran variedad de películas para todos los gustos y todas las edades. Quizá cuando se realizó la encuesta coincidió una temporada con muchos estrenos infantiles (como las vacaciones escolares) o con el lanzamiento de películas de premios (enero) o en el caso de nuestro país, de cine español (otoño). También influyen otros eventos de ocio, como torneos de fútbol. Con la cantidad de películas que se estrenan cada año, me parecería raro que no hubiera alguna opción atractiva para el público adulto.
Algunos exhibidores protestan porque opinan que algunos grandes estrenos no logran comunicarse bien al público. ¿Se vuelve más difícil crear grandes eventos en la era de las redes sociales y la atomización de los medios?
Una vez más, hay que tener en cuenta el escenario pospandemia: cuando se cerraron los cines, se perdió un hábito que es muy difícil de recuperar. Además, hoy compiten muchas más opciones de ocio (plataformas, videojuegos, conciertos). Sin embargo, creo que sí podemos seguir creando películas-evento que el público quiera ver en sala. Es verdad que no podemos convertir cada película en un evento especial (se estrenan muchísimas al año), pero ya hemos visto ejemplos: la película de Minecraft generó mucha expectación, y este fin de semana títulos como Lilo y Stitch y Misión Imposible han demostrado que se pueden construir nuevos eventos cinematográficos.
En abril de 2022 anunciaron una alianza con la MPA (Motion Picture Association) y FECE para luchar contra la piratería. En octubre pasado se presentó el último “Observatorio de la Piratería y Hábitos de Consumo Digitales 2023”, que señalaba un crecimiento del 5% en estas prácticas con un perjuicio económico de 34.000 millones de euros. En el caso del cine, se calcula que se accedió a 550 millones de lmes con una pérdida de 6.153 millones. ¿Qué está fallando?
La piratería sigue siendo un gran desafío moral y tecnológico. Esta practica ilegal está muy extendida en todas las capas de la sociedad y es un problema de educación. Los piratas, como cualquier organización criminal, evolucionan y mutan. Ahora estamos en la era de la IPTV ilegal: ya no se trata solo de webs de descarga o streaming pirata, sino de apps que permiten acceder a todo el contenido audiovisual (todas las plataformas y canales) por precios muy bajos. Además, muchos usuarios ya están dispuestos a pagar esas plataformas ilegales, lo que agrava el problema.
Los instrumentos de bloqueo de páginas web han funcionado razonablemente bien (gracias al apoyo de la Comisión de Propiedad Intelectual), pero la tecnología pirata avanza más rápido. Hemos interpuesto numerosas demandas, pero siempre surgen nuevas fórmulas. No estamos solos en esto: la Liga de fútbol también combate la IPTV pirata, ellos pierden muchísimo dinero. Los datos indican que una de cada cinco personas consume películas o series ilegalmente, lo cual es alarmante. Y lo más preocupante es que son los jóvenes (el futuro del sector) quienes más piratean, pues tienen la falsa percepción de que “no pasa nada” al hacerlo.
España llegó a estar en la lista negra de los EE. UU. por piratería, pero ahora cuenta con instrumentos legales efectivos que han ayudado a reducirla. Sin embargo, los delincuentes siempre se reinventan. Según GfK, cuatro de cada diez películas son vistas ilegalmente mientras se exhiben en salas, lo que supone pérdidas millonarias (y miles de empleos afectados) para toda la cadena de valor. Hace falta aún más educación y recursos policiales. En última instancia, pensamos que la solución pasa por concienciar desde la infancia sobre la importancia de respetar la propiedad intelectual y del esfuerzo necesario para crear cine.

El rey Felipe VI de España y la Reina Letizia reciben a Charles H. Rivkin, presidente de la Motion Pictures Association y Estela Artacho García-Moreno, presidenta de Fedicine en el Palacio de la Zarzuela el 27 de junio de 2024. © Getty Images
Un caballo de batalla crucial para Fedicine es la lucha contra el mercado único digital europeo y la pervivencia del geobloqueo. ¿Cree que existe riesgo de ese mercado único? ¿Cuáles serían las consecuencias?
No estamos en contra del mercado único digital en general, pero en el sector audiovisual el geobloqueo es esencial para nuestro modelo de negocio. La Comisión Europea, el Parlamento y el Consejo reconocieron esto y eximieron a nuestro sector en el mercado del geobloqueo. Sin embargo, cada cierto tiempo surge una iniciativa parlamentaria para revisar esa exención. La última vez hubo una consulta pública de la Comisión sobre el geobloqueo, y en España alertamos al resto del sector y a las organizaciones europeas. Es una batalla crucial porque el sector audiovisual se financia por territorios y requiere grandes inversiones. Eliminar el geobloqueo podría poner en riesgo la viabilidad de nuestras películas, que no se estrenan de la misma manera en España que en Francia o Alemania.
Si pudiera cambiar algo de la industria del cine con un chasquido de dedos, ¿qué sería?
La educación. Más educación sobre la importancia de ir al cine como experiencia social y cultural. Es fundamental que los niños aprendan a ir al cine: hoy están siempre con su móvil, y en la sala tienen la oportunidad de reunirse con amigos y vivir el cine de forma diferente. En las iniciativas que hemos impulsado para llevar alumnos al cine, muchos se sorprenden porque era la primera vez que asistían, ¡y siempre les encanta! El proyecto de “Cine-Escuela” del Ministerio de Cultura me parece una excelente iniciativa; ya existen programas regionales y ojalá se llegue a implementar a nivel nacional. En el sector del libro los niños ya están acostumbrados a leer y comentar lecturas. Deberíamos hacer algo similar con las películas: enseñarles cómo funciona la industria cinematográfica y la importancia de respetar la propiedad intelectual desde pequeños.
Esta entrevista ha sido publicada en el número de Box Office de junio/julio 2025, que puedes descargar gratis o suscribirte para recibirlo.
© REPRODUCCIÓN CONFIDENCIAL