Entrevista a José Luis Rebordinos, director del Festival de San Sebastián

La 73 edición del Festival de San Sebastián vuelve a apostar por grandes cineastas españoles como Alberto Rodríguez o los Moriarti y grandes autores internacionales. Cada vez más “industry”, se espera superar los 2400 acreditados del año pasado con el Foro Europalatam y la conferencia de inversores creativos como estrellas. El director José Luis Rebordinos hace balance tras 14 años al frente y prepara la sucesión.

¿Qué podemos esperar de la 73 edición del Festival de San Sebastián?

Creo que podemos esperar una cierta continuidad con la edición anterior. Llevamos unos años en los que el esquema general del festival funciona, así que no vemos necesidad de cambiarlo. La Sección Oficial volverá a ser muy heterogénea, combinando cine de género y propuestas más accesibles con otras más radicales y arriesgadas. Y en cuanto a la industria, seguiremos apostando por nuestros pilares: el foro de coproducción Europa–Latinoamérica, los Work in progress y la conferencia de inversores, que nos ha ayudado a atraer a grandes compañías internacionales. San Sebastián ha apostado fuerte en los últimos años por la producción española.

¿Cree que el nivel de calidad del cine patrio ha mejorado en los últimos años?

Sí, por supuesto. San Sebastián es el principal festival del país, y tiene la obligación de dar visibilidad al cine español. Este año habrá cuatro películas nacionales en competición, y muchas más fuera de concurso o en secciones paralelas. Y respecto a la calidad, el nivel medio del cine español actual es el más alto que he visto desde que empecé a trabajar en esto hace más de 30 años. No se hacen obras maestras cada semana, pero sí hay una profesionalización y una riqueza creativa enorme.

¿Cuál cree que es la importancia estratégica de festivales como San Sebastián en la industria del cine?

Esencial. Hoy, con la sobresaturación de contenido —sobre todo por el auge de las plataformas— los festivales cumplen un papel fundamental como prescriptores. Pero no solo eso: también son lugares de encuentro entre profesionales, donde se generan sinergias, coproducciones, ventas, alianzas. El festival ha apostado desde hace más de una década por convertirse en un evento útil para la industria, y esa vocación ha dado frutos evidentes.

¿En qué lugar cree que se encuentra San Sebastián dentro de la agenda internacional? ¿Qué puede hacerse aún para mejorarlo?

San Sebastián es uno de los festivales más relevantes del mundo para un tipo concreto de cine: el cine de autor con vocación internacional, pero también para el cine iberoamericano y europeo. No competimos directamente con Cannes, Venecia o Berlín, pero sí estamos en un segundo escalón muy sólido. Lo que podemos seguir haciendo es reforzar nuestra red industrial: atraer a empresas clave, facilitar el acceso a los mercados y generar conexiones útiles. En eso estamos poniendo el foco.

Vemos que el cine de autor español ha mejorado notablemente en reconocimiento internacional. Sin embargo, muchas películas que obtienen premios y críticas excelentes siguen teniendo dificultades para alcanzar taquillas a la altura de esas expectativas. ¿Le falta al cine independiente rematar esa conexión con un público más amplio?

Sí, en general creo que hay que trabajar en eso. Hay películas excelentes que no encuentran público. También hay una parte del cine de autor que empieza a buscar más esa conexión, sin renunciar a su identidad. Un buen ejemplo puede ser Albert Serra, que ha ido ampliando su lenguaje sin perder personalidad. El público necesita que se le ofrezca algo distinto, pero también accesible. Las propuestas excesivamente convencionales, curiosamente, tampoco funcionan.

El informe de impacto económico del Festival en 2024 lo cifra en 47,9 millones de euros con un retorno de 8,5 millones para las arcas públicas. ¿Cómo deben entenderse estos datos?

Este tipo de informes sirven para explicar que la cultura no es solo un valor simbólico: también genera riqueza. Subvencionar un festival que funciona no es gastar, es invertir. El retorno económico directo —en hostelería, transportes, contratación local, etc.— es muy alto. Además, la proyección internacional que tiene San Sebastián como ciudad es impagable. Si tuvieras que pagar esa visibilidad en publicidad, no habría presupuesto que lo cubriera.

El año pasado acudieron 2.392 profesionales de la industria, casi dos mil más que hace quince años. ¿Qué retos plantea una asistencia tan masiva? ¿Hay riesgo de desbordamiento?

Sí, estamos llegando a un límite físico. Donostia es una ciudad preciosa pero pequeña, con una capacidad hotelera limitada. No podemos crecer más en cantidad si no en calidad: atraer a las empresas más relevantes, las que pueden tener un impacto real. Que venga A24, la productora de Brad Pitt, Anonymous Content… Eso es lo que buscamos, consolidar esa presencia sin saturar.

El Foro de Coproducción Europa-LATAM volverá a ser estrella en las actividades de industria. ¿Qué podría hacerse para conseguir que las películas latinoamericanas tengan más impacto en España y Europa?

Es la gran pregunta. El foro funciona muy bien: recibimos más de 270 proyectos cada año, y muchos se acaban produciendo y presentando en festivales. Pero luego, una vez terminadas, cuesta mucho que se distribuyan en Europa. Y cuando se distribuyen, los resultados en taquilla no son buenos. No tengo una respuesta clara. Quizá es un tema de los distribuidores, o de cómo conectar mejor con los públicos europeos. Pero es una tarea pendiente.

Destacan dos eventos relacionados con la industria italiana, “Italia: oportunidades de coproducción y distribución” y un encuentro B2B. ¿Será Italia un país foco en esta edición?

No especialmente. Habrá algunas actividades pero no hemos planteado un foco concreto en Italia. Además, lo que pasa es que el cine italiano suele ir a Venecia, igual que el español suele venir a San Sebastián. Por supuesto, seguimos colaborando con instituciones italianas.

La Conferencia de Inversores Creativos se ha convertido muy rápidamente en una de las estrellas del festival con importante presencia de Estados Unidos. ¿Cuáles son los ejes estratégicos de cara a esta edición?

La Conferencia de Inversores, junto al Foro de Coproducción y los Work in Progress, son nuestros tres grandes pilares. Buscamos consolidar y atraer a agentes que realmente puedan hacer avanzar proyectos. Este año volverán a venir empresas clave del sector norteamericano, y también de Europa y Latinoamérica. San Sebastián debe ser una parada estratégica para los grandes movimientos de la industria global. Y aunque no es fácil, un eje estratégico de expansión es Asia, está aumentando su presencia. También hay muchos encuentros más pequeños, más específicos, que también son fundamentales para quienes participan. Intentamos adaptar la oferta a distintos perfiles dentro de la industria.

La sucesión en la dirección del Festival está prevista para 2027, la 75 edición. ¿Cómo se producirá el relevo? ¿Qué consejos le daría a su sucesora?

Ya es oficial: en diciembre de 2026 dejaré la dirección. Será el Consejo de Administración quien elija a la persona que me releve. ¿Consejos? No soy muy de eso. Cada uno tiene que hacer su camino. Pero sí diría que escuche mucho a la industria, que entienda el festival no como algo cerrado sino como un espacio vivo, y que se rodee de un buen equipo. Esto es un trabajo precioso, pero también muy absorbente. Te exige muchísimo.

Echando la vista atrás en su etapa como director, ¿qué cree que ha hecho bien y qué le hubiera gustado hacer mejor?

Seguro que todo se podría haber hecho mejor. Pero si tengo que destacar algo, diría que hemos conseguido recuperar la relación con el cine español, consolidar un trabajo industrial que ha hecho crecer al festival, y convertirlo en una actividad de todo el año con escuela de cine, residencias y mentoring. Todo eso crea una cantera que luego vuelve al Festival. Y por supuesto, el trabajo con la industria: coproducción, inversores… Esos serían mis tres ejes

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