Cada vez más, los medios prestan atención a los directores del cine español, y esto ha generado distintas oleadas de cineastas que han crecido dentro del panorama de producción local. No es algo nuevo, pero en los últimos años, eventos como coloquios, premières y presentaciones especiales se han convertido en importantes incentivos para ir al cine a ver cine español. Un buen ejemplo reciente es el estreno de Sirât, que ha elevado a Oliver Laxe a un nivel de estrellato casi mayor que el de su actor protagonista, Sergi López. Arantxa Echevarría y J.A. Bayona batieron todos los récords de presentaciones con Chinas (A Contracorriente) y La sociedad de la nieve (Tripictures), respectivamente. Y eso se notó no solo en la taquilla, si no también en una creciente afinidad del público por conocer quién dirige las películas más que quién las interpreta. Todo ello en un marco como el europeo, distinto al estadounidense, muy marcado por la importancia del “autor” como artista y creador de una obra personal y única.
La lista de directores españoles con relevancia en la explotación en salas es extensa y refleja varias tendencias de consumo y producción que han cambiado con el tiempo. Algunos están muy vinculados a un género, otros a un tipo de cine autoral, y también hay quienes, desde el anonimato, se han convertido en artesanos de un cine comercial, habitualmente comedia, que merece ser resaltado en este análisis.
Una parte fundamental en este retrato de los directores más comerciales del cine español es comprender el nuevo paradigma post-pandemia en el que se encuentra la exhibición en salas, y de dónde venimos. Una comparativa que también podría aplicarse, por ejemplo, al contraste entre el cine español de los años 90 y el de los 2000, dos realidades comerciales e industriales claramente opuestas. Entre 2015 y 2019 encontramos una serie de directores con ingresos muy relevantes, algunos con marca personal y otros sin ella, pero en un contexto mucho más lucrativo y de mayor volumen. A partir de 2020, se observa otra tendencia: cierto relevo hacia directoras, pero también hacia un perfil más anónimo, capaz de desarrollar productos familiares eficaces y funcionales.

Santiago Segura. Fotografía de Patricia J. Garcinuno/Getty Images
LOS GRANDES NOMBRES
En conjunto, este reportaje analiza la carrera comercial de 20 directores españoles que, entre 2015 y 2025, han sido capaces de recaudar casi 390 millones de euros, lo que representa una parte crítica del total de la taquilla del cine español en este periodo. El gran contraste entre las dos mitades de esta década reside en el reinado de Bayona en la taquilla entre 2015 y 2019, y el posterior ascenso del cine de Santiago Segura de 2020 a 2025. Bayona recaudó 50 millones antes de la pandemia y 3,8 millones después, con su proyecto internacional La sociedad de la nieve (Tripictures), producido por Netflix, que no tuvo una vida comercial en salas como sus anteriores títulos. Por su parte, Segura recaudó 18,3 millones antes de 2020, pero alcanzó unos estratosféricos 54,8 millones tras la crisis sanitaria. En conjunto, ambos suman más de 125 millones de euros en la taquilla española en una década, lo que representa un 32,2% del total analizado. Bayona y Segura son ejemplos clave de los dos grandes géneros que han dominado buena parte de la taquilla en los últimos años: el cine de género (thriller, suspense, terror, fantástico) y la comedia, especialmente la familiar. Es en estos terrenos donde se aprecian las diferencias más marcadas entre el periodo 2015-2019, previo a la pandemia, y el modelo industrial contemporáneo, que, sin embargo, empieza a dar señales de un posible cambio de tendencia.
Por un lado, entre 2015 y 2019 destacan varios directores consagrados en los años 90 y, sobre todo, en la primera década de los 2000. Alejandro Amenábar y Álex de la Iglesia fueron nombres muy fuertes: el primero generó 19,8 millones de euros gracias a Regresión y Mientras dure la guerra, mientras que el segundo alcanzó 25 millones, sobre todo gracias a los enormes 20,7 millones de la comedia negra Perfectos desconocidos (Universal). Otros protagonistas de esta época vinculados al cine de género fueron Daniel Calparsoro, capaz de recaudar 9 millones de euros (Cien años de perdón, Fox; El silencio de la ciudad blanca, DeAPlaneta), y Paco Plaza, con 6 millones entre Verónica y Quien a hierro mata (ambas de Sony). En menor medida, pero igualmente relevantes por su presencia en festivales, destacan Alberto Rodríguez y Rodrigo Sorogoyen. El primero logró el éxito de El hombre de las mil caras (Warner, 2,6 millones), mientras que el segundo sumó 3,5 millones entre Que Dios nos perdone y El reino (ambas de Warner). En estos casos —y también en el de Calparsoro— se observa una continuidad: estos directores han mantenido una presencia constante en estrenos similares a partir de 2020. Sorogoyen, por ejemplo, firmó su mayor éxito en 2022 con As Bestas (A Contracorriente), que superó el millón de espectadores.
Aunque muchos de estos cineastas han trasladado su talento a exitosas series para plataformas y televisión, todo apunta a que 2025 marcará un regreso a producciones de alto voltaje comercial, especialmente dirigidas al público adulto. Ejemplos de ello son los próximos estrenos de El Cautivo (Disney), de Amenábar; El ser querido (A Contracorriente), de Sorogoyen; y Los tigres (Disney), de Alberto Rodríguez. Las tres películas podrían ser clave para cerrar un año económicamente extraordinario para el cine nacional.

Juan Antonio Bayona. Fotografía de Borja B. Hojas/WireImage
ARTESANOS DE LA COMEDIA
En el terreno de la comedia, es donde más se perciben las diferencias entre el período pre y post-pandemia, con cambios muy visibles en la tipología. Entre 2015 y 2019 dominaba una comedia generalista con fuerte arraigo en el público, de la mano de directores como Nacho G. Velilla, Javier Ruiz Caldera, Joaquín Mazón y Dani de la Orden, responsables de títulos como, respectivamente, Perdiendo el norte (Warner, 10,4 millones), Superlópez (Disney, 12,5 millones), Cuerpo de élite (Universal, 6,3 millones) o El pregón (DeAPlaneta, 1,95 millones). Tras la pandemia, el éxito de esta comedia generalista se ha diluido hacia una comedia más familiar y orientada a todos los públicos. Algunos directores han adaptado su estilo, como Mazón con La familia Benetón (Beta Fiction, 4 millones) o Caldera con Wolfgang (Universal, 3,7 millones). Otros, como Velilla, han mantenido su enfoque, pero los resultados no han acompañado: sus dos títulos más recientes, Por los pelos (Warner, 0,6 millones) y Menudas piezas (Paramount, 2,5 millones), suman solo 3,1 millones de euros, lejos de los más de 20 millones recaudados entre 2015 y 2019. Quien sí ha logrado un éxito destacado en este género es Álvaro Fernández Armero, que, gracias a la estrategia de Mediaset de titular su última película como Ocho apellidos marroquís (Universal), consiguió un rotundo éxito de 12,9 millones de euros, incluso por encima de Si yo fuera rico (Paramount, 12,1 millones), estrenada en 2019. Por su parte, Dani de la Orden, gracias a su prolífica actividad —cinco películas en los últimos cinco años— y a una marca de identidad basada en el cine feel-good, ha logrado mantener un buen equilibrio entre una comedia más familiar, como Mamá o papá (Warner, 3,4 millones de euros en 2021), y una de corte más adulto, como Casa en llamas (Vercine, 3,1 millones de euros). Dentro de este grupo de cineastas centrados en la comedia, De la Orden es el único que ha conseguido colocar una película entre las nominadas al Goya, un premio que en general ha recaído en propuestas más dramáticas o en el caso de directores mencionados, en thrillers como La isla mínima, As bestas, Un monstruo viene a verme o incluso Verónica, uno de los pocos filmes de terror nominados al Goya a la mejor película.
LA FUERZA DE LAS CINEASTAS
Quien sí ha tenido más presencia en los Goya y ha ganado terreno comercial desde la pandemia ha sido el cine de autor, que, gracias a un cambio de tendencia tanto en el volumen de producción como en las políticas de subvenciones públicas, ha vivido una edad dorada en los últimos años. En este contexto destacan especialmente las directoras Carla Simón y Arantxa Echevarría. Simón debutó en 2017 con Verano 1993 (Avalon), que recaudó 1,2 millones de euros, y cinco años después ganó el Oso de Oro en Berlín con Alcarràs (Avalon), con la que sumó 2,36 millones. Ese año, Alcarràs se convirtió en el séptimo mayor éxito del año, pese a su puesta en escena naturalista, el uso de actores no profesionales y estar rodada en catalán. En 2024 ha presentado su tercer filme, Romería (Elastica Films), en el Festival de Cannes, donde recibió excelentes críticas y está obteniendo buenos resultados en la taquilla española. Por su parte, Arantxa Echevarría debutó en 2018 con Carmen y Lola (Super 8), un título de estreno limitado en salas que recaudó unos sólidos 450 mil euros. Es tras la pandemia cuando su carrera se consolida: primero con La familia perfecta (Universal), con 1,32 millones, luego con Chinas (A Contracorriente), más íntima, con 420 mil, y ya en 2024 con dos títulos que han marcado su consolidación: Políticamente incorrectos (DeAPlaneta), con 1,1 millones, y el enorme éxito de La infiltrada (Beta Fiction), con 9,66 millones de euros y el Goya a la mejor película. Echevarría es, en estos momentos, la directora más relevante del panorama comercial, con más de 12 millones de euros recaudados en los últimos cuatro años.

Carla Simón. Fotografía de Kristy Sparow/Getty Images
En este grupo destacan también Icíar Bollaín e Isabel Coixet, dos directoras con amplio reconocimiento de crítica y público, ambas ganadoras del Goya a la mejor dirección y película. Como en el caso de Echevarría, la marca Bollaín goza de un fuerte prestigio entre el público adulto, como demuestra el éxito de La boda de Rosa (Filmax), que recaudó 930 mil euros en 2020 pese a las restricciones pandémicas, y sobre todo Maixabel (Disney), con 2,83 millones en 2021. En 2023, Bollaín estrenó el ambicioso proyecto Soy Nevenka (Disney), que, pese a sus virtudes, quedó por debajo de las expectativas con 1,43 millones. En conjunto, Bollaín recaudó 2,45 millones entre 2015 y 2019, y 5,2 millones entre 2020 y 2024.
En el caso de Isabel Coixet, tras su éxito con La librería (A Contracorriente, 3 millones), ganadora del Goya y un gran éxito de taquilla, optó por un cine más íntimo y autoral. Nieva en Benidorm (320 mil euros en 2020), el documental El techo amarillo (20 mil) y Un amor (2023, 820 mil) muestran esa búsqueda personal, con resultados desiguales en taquilla, aunque siempre acompañados de una fuerte presencia crítica. Como se ha observado a lo largo del texto, los cambios de comportamiento del público hacia el cine en salas también han afectado al potencial comercial de directores anteriormente muy exitosos. Sin embargo, se percibe un lento pero firme retorno hacia un consumo más diverso, que invita al espectador a volver a confiar en un cine que se atreve a ser más ambicioso y que, generalmente, lleva la firma de autores reconocibles. Por último, no puede dejar de mencionarse al director español más comercial e internacional: Pedro Almodóvar. Entre 2015 y 2019 vivió su mayor éxito reciente con Dolor y gloria (Sony), que recaudó 5,8 millones de euros. Tras la pandemia, sin embargo, sus dos películas más recientes —Madres paralelas (Sony, 2,6 millones) y La habitación de al lado (Warner, 2,4 millones)— han tenido un impacto más discreto en taquilla, a pesar de su notoria relevancia internacional: la primera fue nominada al Oscar y la segunda ganó el León de Oro en Venecia. El próximo año, Almodóvar tiene una nueva oportunidad para reconectar con el público comercial con lo que parece un regreso a la comedia protagonizada por “mujeres al borde de un ataque de nervios” en Amarga Navidad.
Se percibe también la emergencia de una nueva generación de directores, aunque a diferencia de las anteriores (especialmente la previa a la pandemia), su visibilidad se ha basado más en premios que en éxito comercial. De hecho, solo nombres como Simón y Echevarría han logrado consolidarse tanto en lo autoral como en la taquilla. En el resto de casos, lo que predomina es la reafirmación de figuras como Santiago Segura, o la reconfiguración del perfil de otros directores como Dani de la Orden, Javier Ruiz Caldera o Joaquín Mazón. En definitiva, el director puede ser la estrella, pero no siempre es sinónimo de vender entradas.
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