En un momento de gran transformación geopolítica y económica, la industria audiovisual española se encuentra ante una oportunidad irrepetible. La esperada aprobación de la nueva Ley del Cine, que aún sigue sin concretarse, representa un paso clave para brindar seguridad normativa y una visión a largo plazo a un sector que necesita reglas claras para planificar inversiones y estrategias. Las nuevas directrices serán fundamentales para garantizar estabilidad a los operadores del sector y, sobre todo, para posicionar a España como un hub de producción de nivel internacional. El panorama global, por otro lado, está cambiando rápidamente. La política proteccionista de Estados Unidos bajo la administración Trump corre el riesgo de incentivar cada vez más a las majors americanas a concentrar sus inversiones dentro de los confines nacionales. Esto podría drenar recursos que, hasta ahora, han alimentado también el mercado europeo y, en particular, el español. Por ello, es esencial que España esté preparada. Como ha señalado Raúl Torquemada, director de Madrid Film Office, en la entrevista de portada de este número, nuestro país ya ha demostrado que puede competir con los grandes actores europeos. Las numerosas producciones internacionales que han elegido rodar en Madrid, Barcelona, las Islas Canarias o Andalucía han generado un impacto económico significativo y han creado case histories que marcan la pauta, desencadenando un boca a boca positivo entre las producciones extranjeras. Sin embargo, para consolidar este papel estratégico y convertirlo en estructural, se necesitan inversiones públicas específicas y políticas de incentivos competitivas. España cuenta con el talento, los profesionales y las localizaciones para convertirse en un referente global del sector audiovisual. Ahora también debe tener el coraje político y económico para completar esta transformación.
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